(Rafael Pombo)
Recostado a un tronco,
cruzado de manos
lamentaba un pobre
no tener zapatos.
Largo era el camino,
y estaba pensando
cómo y a qué piedra
daría otro paso,
cuando un tronco vivo,
que andaba arrastrándose
pusósele en frente
pidiéndole un cuarto.
Contóle el primero
su mísero caso,
y el otro el dijo:
¡"qué! ¿Por eso hay llanto?
Tú no eres botas
para andar descalzo;
y así cual me miras
me alivio pensando
que debe haber muchos,
aún más embromados".
Estas palabritas
confortáronle algo,
y siguió con ellas
como con zapatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario