Este cuento narra la historia de Peonía y Violeta, dos hermanitas que construyeron una tarde una muñeca de nieve, tan perfecta, que parecía una niña de verdad. Tan real fue su creación que poco a poco adquirió movimiento y vida. Un bello cuento mágico aunque con un triste final, especial para estas fiestas.
martes, 6 de diciembre de 2011
Poema de un muñeco de nieve
jueves, 1 de diciembre de 2011
Recomendado para este mes

Es la historia de Humberto Noel, el hijo de Papá Noel que ha crecido y engordado y que como dice la tradición, deberá convertirse en el Papá Noel de la navidad ahora que su padre ha muerto y hacer todas las labores que
ya sabemos, cumple Papá Noel cada año. El único problema de este maravilloso empleo, es que Humberto le tiene miedo a los niños. Tendrá que ver un médico, terapistas y lo que sea necesario, con tal de curar sus temores, porque la navidad ha llegado y su trabajo debe comenzar.

"El Papá Noel que le tenía miedo a los niños" es un cuento divertido, colorido, lleno de magia y personajes espeluznantes como vampiros, brujas, ogros, ratones gigantes y muchos más. Una forma sencilla de pasar un buen rato, de reir un poco y de comenzar a disfrutar de todo el ambiente navideño que por estos días comienza a asomarse en cada uno de los hogares.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Las zapatillas rotas de las tres princesas
Este cuento de los hermanos Grimm llamado "Las zapatillas rotas de las tres princesas", es uno de esos cuentos de final macabro, muy similar a lo que pudiese suceder actualmente con las adolescentes.
Es la historia de las tres hijas de un rey que comienzan a darse cuenta que cada mañana, sus zapatillas aparecen destrozadas. El rey sospecha que sus hijas salen todas las noches a bailar, pero ellas dicen no recordar nada. Sin embargo, cada mañana, las zapatillas estan deshechas. Por más vigilantes que deja en las noches, todos se quedan dormidos y no pueden dar explicación del momento en que las niñas salen a bailar. Finalmente, llega un joven soldado que se da cuenta que las princesas salían en la madrugada al palacio de los demonios, con quienes bailaban toda la noche sin saber realmente quienes eran. Tal vez una forma moral de decirnos que las apariencias engañan...
sábado, 12 de noviembre de 2011
El burro que crecía y crecía
(Cuento mexicano)
Cuando yo era chica, en la comunidad no se hacían fiestas, así que nos íbamos adonde sabíamos que habría un baile. Nos juntábamos varias muchachas y un grupo de morros, siempre salíamos como unos quince.
Una de esas veces en que regresábamos de una comunidad cercana, veníamos enojadas con los muchachos, porque éstos no nos esperaban, iban adelante caminando solos.
—¡Camínenle rápido o aquí las dejamos! —nos dijeron y se adelantaron.
Iban rezongando que estaban cansados y se turnaban para subirse a papuchi, uno encima de otro.
Luego de un rato, uno de los morros se encuentra un animal perdido.
—¡Miren... un burro! —les dijo.
—¡No salimos de ningún apuro! Ojalá cupiéramos todos —le contestó uno.
—Por eso no hay problema, nos iremos turnando y así todos descansaremos aunque sea poquito.
Todos querían subirse, discutían que si primero uno, luego otro...
Total que el burro se echó a caminar muy rápido.
—Ya sé —dijo uno de los muchachos— los primeros que alcancen al animal serán quienes lo monten.
Así lo hicieron, corrieron tras el burro y conforme llegaban se trepaban al animal, fueron brincando hasta que todos estuvieron trepados.
El que subió al último miró que ya iban como doce muchachos y todavía había lugar para más.
—¡Este burro está muy largo! —gritó asustado.
Los demás voltearon a verse y se encontraron montados en un burro muy largo, que crecía y crecía. Del miedo que les entró pegaron un brinco y en ese momento el burro desapareció.
Desde entonces, seguimos yendo a los bailes, pero ya no regresamos a pie, buscamos quien nos dé aventón.
Cuando yo era chica, en la comunidad no se hacían fiestas, así que nos íbamos adonde sabíamos que habría un baile. Nos juntábamos varias muchachas y un grupo de morros, siempre salíamos como unos quince.
Una de esas veces en que regresábamos de una comunidad cercana, veníamos enojadas con los muchachos, porque éstos no nos esperaban, iban adelante caminando solos.
—¡Camínenle rápido o aquí las dejamos! —nos dijeron y se adelantaron.
Iban rezongando que estaban cansados y se turnaban para subirse a papuchi, uno encima de otro.
Luego de un rato, uno de los morros se encuentra un animal perdido.
—¡Miren... un burro! —les dijo.
—¡No salimos de ningún apuro! Ojalá cupiéramos todos —le contestó uno.
—Por eso no hay problema, nos iremos turnando y así todos descansaremos aunque sea poquito.
Todos querían subirse, discutían que si primero uno, luego otro...

Total que el burro se echó a caminar muy rápido.
—Ya sé —dijo uno de los muchachos— los primeros que alcancen al animal serán quienes lo monten.
Así lo hicieron, corrieron tras el burro y conforme llegaban se trepaban al animal, fueron brincando hasta que todos estuvieron trepados.
El que subió al último miró que ya iban como doce muchachos y todavía había lugar para más.
—¡Este burro está muy largo! —gritó asustado.
Los demás voltearon a verse y se encontraron montados en un burro muy largo, que crecía y crecía. Del miedo que les entró pegaron un brinco y en ese momento el burro desapareció.
Desde entonces, seguimos yendo a los bailes, pero ya no regresamos a pie, buscamos quien nos dé aventón.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
El eco
(Parábola)
Un hijo y su padre estaban caminando en las montañas. De repente, el hijo se cayó, se lastimó y gritó: "¡¡¡AAAhhhhhhhhhhhhhhh!!!".
Para su sorpresa, oyó una voz repitiendo, en algún lugar en la montaña: "¡¡¡AAAhhhhhhhhhhhhhhh!!!"
Con curiosidad, el niño grito: "¿Quién eres tú?"
Recibió de respuesta: "¿Quién eres tú?"
Enojado con la respuesta, grito: "¡Cobarde!"
Recibió de respuesta:"¡Cobarde!"
Miró a su padre y le preguntó: "¿Que sucede?"
El padre sonrió y dijo: "Hijo mío, presta atención."
Y entonces el padre gritó a la montaña: "Te admiro!"
La voz respondió: "¡Te admiro!"
De nuevo el hombre gritó: "¡Eres un campeón!"
La voz respondió: "¡Eres un campeón!"
El niño estaba asombrado, pero no entendía.
Luego el padre explicó: "La gente lo llama ECO, pero en realidad es la vida. Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente reflejo de nuestras acciones. Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Si deseas mas competitividad en tu grupo, ejercita tu competencia. Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso exactamente aquello que tú le has dado." Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti. Alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa lo que emites".
Para su sorpresa, oyó una voz repitiendo, en algún lugar en la montaña: "¡¡¡AAAhhhhhhhhhhhhhhh!!!"
Con curiosidad, el niño grito: "¿Quién eres tú?"
Recibió de respuesta: "¿Quién eres tú?"
Enojado con la respuesta, grito: "¡Cobarde!"
Recibió de respuesta:"¡Cobarde!"
Miró a su padre y le preguntó: "¿Que sucede?"
El padre sonrió y dijo: "Hijo mío, presta atención."
Y entonces el padre gritó a la montaña: "Te admiro!"
La voz respondió: "¡Te admiro!"
De nuevo el hombre gritó: "¡Eres un campeón!"
La voz respondió: "¡Eres un campeón!"
El niño estaba asombrado, pero no entendía.
Luego el padre explicó: "La gente lo llama ECO, pero en realidad es la vida. Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente reflejo de nuestras acciones. Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Si deseas mas competitividad en tu grupo, ejercita tu competencia. Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso exactamente aquello que tú le has dado." Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti. Alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa lo que emites".
martes, 1 de noviembre de 2011
Cómo escribo
Por: Italo Calvino
Escribo a mano y hago muchas, muchas correcciones. Diría que tacho más de lo que escribo. Tengo que buscar cada palabra cuando hablo, y experimento la misma dificultad cuando escribo. Después hago una cantidad de adiciones, interpolaciones, con una caligrafía diminuta.
Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo.
Siempre tengo una cantidad de proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese libro.
Cuando escribo un libro que es pura invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero.

Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo.
Siempre tengo una cantidad de proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese libro.
Cuando escribo un libro que es pura invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero.
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