jueves, 27 de diciembre de 2012

El Grinch

El Grinch es un personaje creado por Dr. Seuss. En 1.957 apareció por primera vez en un libro infantil llamado "Cómo el Grinch robó la navidad". Con el paso de los años, logra aparecer en televisión y en más publicaciones escritas debido a su popularidad y  con las cuales ganó varios reconocimientos. 

El Grinch es un personaje a quien no le gusta la navidad, pues considera que es una época consumista, en lo que predomina lo material y lo comercial dejando a un lado el verdadero espíritu y significado de la navidad. 

Es una criatura peluda y gruñona con un corazón "dos tallas menor"; vive en una cueva en lo alto de una montaña de 910 metros al norte de Whoville, el hogar de los felices Quien. Su único amigo de compañía es su perro Max. Desde su guarida, el Grinch puede oir los ruidosos preparativos navideños de la villa. Comienza entonces a planear cómo bajar al pueblo y robarse todos los adornos y regalos de navidad para impedir que llegue la Navidad.  Pero descubre que a pesar de haber conseguido robarse todos los regalos, la navidad llegó a Whoville de todos modos. Allí el Grinch descubre que Navidad es mucho más que adornos, luces y regalos: su corazón se hace tres veces más grande y devuelve los regalos y demás elementos robados y es recibido con mucho amor en la comunidad de los Quien. 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

La historia de Rodolfo el reno

Rodolfo el reno es uno de los nueve renos de Santa Claus. Según la tradición navideña, Rodolfo viaja junto a Santa por todo el mundo repartiendo regalos el 24 de diciembre. Es el reno más conocido porque tiene una peculiar nariz roja. 

Cuenta la leyenda que Rodolfo era un pequeño reno del cual se burlaban los demás precisamente por su chistosa nariz que emitía una luz propia porque un día, un hada le puso un foco en ella. Dicen que durante una navidad, hubo una enorme tormenta de nieve que atascó el trineo lleno de regalos y no le dejaba moverse. Los ocho renos empujaban y empujaban pero no podían safarse. 

Santa encontró a Rodolfo y le pidió que los ayudara. Rodolfo aprovechó la potente luz de su nariz, y se paró frente a los demás renos y los iluminó para poderlos guiar durante el viaje navideño. Desde ese día y durante cada navidad, Rodolfo viaja junto a los demás renos y trabaja con Santa Claus; goza del cariño y respeto de los demás, quienes ya no se burlan de su singular nariz roja. 


domingo, 16 de diciembre de 2012

La Befana

La Befana es una figura de la tradición navideña en varias zonas de Italia. Su nombre proviene de la palabra epifanía, la festividad religiosa en la época navideña que se celebra en ese país. 

Según la tradición, la Befana es una brujita buena, que pasa por la casa de los niños el 5 y 6 de enero. Llega montada en una escoba y comienza a llenar con regalos y dulces las botas que dejan colgadas en cada casa, solamente si los niños han sido buenos. Por el contrario, si se han portado mal, los llena con carbón. 

Cuenta la leyenda, que cuando los tres reyes magos se perdieron en el camino a Belén para adorar al niño Jesús le pidieron ayuda a una anciana para que les indicara cuál ruta tomar. En el momento, la anciana no los quiso ayudar a pesar de sus súplicas, pero luego recapacitó y se sintió muy mal por no haberlos guiado. Por eso, preparó en su casa una canastilla con muchos dulces y se fue rápidamente a buscar  a los tres reyes magos. Como no los encontró, la anciana decidió ir a cada casa y regalar a los niños los dulces, con la esperanza de que uno de ellos, fuera el niño Jesús. 

Hoy día, la Befana aún va a las casas de todos los niños de Italia para ser perdonada. Esta leyenda se ha convertido en una tradición importante para los niños en las fiestas navideñas. Hay varias canciones que los niños en Italia cantan en su honor. 








viernes, 14 de diciembre de 2012

El hombre de pan de jengibre

Érase una vez, unos viejos que vivían en una casita antigua en la cima de una colina florida, la cual se rodeaba de huertas doradas, bosques y arroyos. A la vieja le encantaba hornear galletitas y un día decidió hacer un hombre de jingebre. 

Formó la cabeza y el cuerpo, los brazos y las piernas. Agregó pasas jugosas para los ojos y la boca, y una fila en frente para los botones en su chaqueta. Luego puso un caramelo para la nariz. Al fin, lo puso en el horno. La cocina se llenó del olor dulce de especias, y cuando el hombre de jengibre estaba crujiente, la vieja abrió la puerta del horno. 

El hombre de jengibre saltó del horno, y salió corriendo, cantando — ¡Corre, corre, tan pronto como puedas! No puedes alcanzarme. ¡Soy el hombre de jengibre! 

La vieja corrió, pero el hombre de jengibre corrió más rápido. Al correr por las flores y la colina, el hombre de jengibre se encontró con un pato que dijo — ¡Quak, quak! ¡Hueles delicioso! ¡Para, hombre de jengibre  ¡Quiero comerte! — Pero el hombre de jengibre siguió corriendo, cantando: ¡He huido de la vieja y puedo huirte, también! ¡Corre, corre, tan pronto como puedas! No puedes alcanzarme. ¡Soy el hombre de jengibre! 

El pato lo persiguió balanceándose, pero el hombre de jengibre corrió más rápido. Cuando el hombre de jengibre corrió por las huertas doradas, se encontró con un cerdo que cortaba paja. El cerdo dijo— ¡Para, hombre de jengibre  ¡Quiero comerte! — Pero el hombre de jengibre siguió corriendo, cantando— He huido de la vieja y el pato. ¡Puedo huirte, también! ¡Corre, corre, tan pronto como puedas! No puedes alcanzarme. ¡Soy el hombre de jengibre  — El cerdo lo persiguió brincando, pero el hombre de jengibre corrió más rápido. 

En la sombra fresca del bosque, un cordero estaba picando hojas. Cuando vio al hombre de jengibre  dijo — ¡Baa, baa! ¡Para, hombre de jengibre  ¡Quiero comerte! — Pero el hombre de jengibre siguió corriendo, cantando— He huido de la vieja y el pato y el cerdo. ¡Puedo huirte, también! ¡Corre, corre, tan pronto como puedas! No puedes alcanzarme. ¡Soy el hombre de jengibre! 

El cordero lo persiguió saltando, pero el hombre de jengibre corrió más rápido. Más allá, el hombre de jengibre podía ver un río ondulante. Miró hacia atrás sobre el hombro y vio a todos los que estaban persiguiéndole. — ¡Paa! ¡Paa! —exclamó la vieja. — ¡Quak! ¡Quak! — graznó el pato. — ¡Oink! ¡Oink! — gruñó el cerdo. — ¡Baa! ¡Baa! — baló el cordero. Pero el hombre de jengibre se rió y continuó hacia el río.

Al lado del río vio a un zorro. Cantó al zorro —He huido de la vieja y el pato y el cerdo y el cordero. ¡Puedo huirte, también! ¡Corre, corre, tan pronto como puedas! No puedes alcanzarme. ¡Soy el hombre de jengibre  — Pero el zorro astuto sonrió y dijo —Espera, hombre de jengibre  ¡Soy tu amigo! Te ayudaré a cruzar el río. ¡Échate encima de la cola! — El hombre de jengibre echó un vistazo hacia atrás y vio a la vieja, al pato, al cerdo y al cordero acercándose. Se echó encima de la cola sedosa del zorro, y el zorro salió nadando en el río. A mitad de camino, el zorro dijo —Hombre de jengibre  el agua es más profunda que pensé. ¡Échate encima de la espalda para que no te mojes! — El hombre de jengibre se echó encima de la espalda del zorro. 

Después de unas brazadas más, el zorro dijo — Hombre de jengibre  el agua es aun más profunda. ¡Échate encima de la cabeza! — ¡Ja, Ja! — rió el hombre de jengibre  — ¡NUNCA me alcanzarán ahora! — ¡Tienes la razón! —chilló el zorro. 

El zorro echó atrás la cabeza, tiró al hombre de jengibre en el aire, y lo dejó caer en la boca. Con un CRUJIDO, CRUJIDO, CRUJIDO fuerte, el zorro comió al hombre de jengibre todo. La vieja regresó a casa y decidió hornear un pastel de jengibre en su lugar.


miércoles, 12 de diciembre de 2012

El muñeco de nieve

(Anónimo)


Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recién formada.


La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se entrego a la tarea de moldearla. Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo.


Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba…

Pero pronto los días empezaron a ser más largos y los rayos de sol mas cálidos… El muñeco se fundió sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un botón rojo. La niña lloro con desconsuelo.

Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lágrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón en cosas perecederas.