lunes, 30 de septiembre de 2013

El murciélago y la comadreja

(Felix María Samaniego)


Cayó, sin saber cómo,
un Murciélago a tierra; 
Al instante le atrapa 
la lista Comadreja. 
Clamaba el desdichado, 
viendo su muerte cerca. 
Ella le dice: «Muere; 
que por naturaleza 
soy mortal enemiga 
de todo cuanto vuela.» 
El avechucho grita,
y mil veces protesta
«que él es ratón, cual todos 
los de su descendencia» 
Con esto ¡qué fortuna!
el preso se liberta. 

Pasado cierto tiempo, 
no sé de qué manera,
segunda vez le pilla: 
él nuevamente ruega; 
mas ella le responde 
«que Júpiter la ordena 
tenga paz con las aves, 
con los ratones guerra.» 
«¿Soy yo ratón acaso? 
Yo creo que estás ciega. 
¿Quieres ver cómo vuelo?» 
En efecto, le deja,
y a merced de su ingenio 
libre el pájaro vuela. 

Aquí aprendió de Esopo 
la gente marinera, 
murciélagos que fingen 
pasaporte y bandera.
No importa que haya pocos 
ingleses comadrejas;
Tal vez puede de un riesgo 
sacarnos una treta.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Caligramas de autores

Los caligramas pertenecen al género lírico, por tratarse de poemas escritos en figuras relacionadas con lo que trata, en la cual el texto forma una especie de imagen o poesía visual. Esta imagen expresa visualmente lo que las palabras dicen. Se puso muy de moda en el siglo XX gracias al poeta francés Guillaume Apollinaire.

En esta ocasión los caligramas están relacionados con grandes autores de la literatura universal, en su orden, Miguel de Cervantes Saavedra, Pablo Neruda, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges y Dante Alighieri. ¿Puedes identificar a qué texto se refieren?








viernes, 13 de septiembre de 2013

La calle del gato que pesca

(María Elena Walsh)



Peligroso es
andar por la ca
la calle del ga
del gato que pes
que pesca y después
se esconde y escapa pa pa pa.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventani.
A la gente que
pasa distraí
el gato bandi 
con caña y anzue
les pesca el sombre
sombrero y el moño ño ño ño.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.
El gato francés
con tanto sombre
nadie sabe qué 
qué hace después,
y el asunto es
es que se disfraza za za za.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.
Pero el gato un dí
salió disfraza
de la policí
disfrazado así
dio una caminata ta ta ta.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.
Así disfraza
oyó la denun
cia de un transeú
contra un gato ma
porque le ha roba
robado el bonete te te te.

Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.
El gato no pue
decirle soy yo
confundido no
tiene más reme
que llevarse pre
preso al calabozo zo zo zo.
Lo ves o no lo ves al gato que pes
allí, allí sentado en su ventaní.



miércoles, 11 de septiembre de 2013

La rana que quería ser una rana auténtica

Del escritor mexicano Augusto Monterroso, uno más de sus conocidos relatos breves y microcuentos. 



LA RANA QUE QUERÍA SER UNA RANA AUTÉNTICA



Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.

Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Origen del afrodisíaco

Con frecuencia se cita el adjetivo afrodisíaco para calificar a la sustancia o circunstancia que despierta el deseo sexual. No es difícil deducir que el vocablo proviene de Afrodita, diosa griega del amor, a la que los romanos adoptaron con el nombre de Venus. 

El mito de Afrodita es muy complejo, pero podría resumirse recordando que Urano (el Cielo), dios del universo y su esposa Gea (la Tierra) tuvieron muchos hijos, entre ellos los Titanes, los Cíclopes, los Gigantes y los Hecatónquiros. Receloso del poder y la fuerza de los Cíclopes y los Hecatónquiros, Urano los desterró a vivir al Tártaro, una región del mundo subterráneo confundida a veces con el infierno, lo que despertó la furia de Gea. Ella incitó a los Titanes a levantarse contra el poder despótico de su padre. Cronos, el menor, atendió ese llamado. 

Armado de una hoz, sorprendió a su padre dormido, le mutiló los genitales y los arrojó al mar. Alrededor de ellos brotó abundante espuma blanca (el prefijo Afro significa espuma) y de ella surgió, en una concha, una bella mujer a la que el viento Céfiro, transportó hasta la Isla de Chipre, donde fue recibida por las Horas, diosas de las estaciones y del orden de la naturaleza. Precisamente sobre su nacimiento, Sandro Botticelli lo ilustró en su cuadro El nacimiento de Venus, expuesto en la Galería de los Uffizi en Florencia. 

Afrodita era la diosa de la belleza y del amor, sobretodo en su dimensión sexual. Provocaba un deseo fuerte, que en ocasiones, era capaz de romper el sagrado vínculo del matrimonio. 

Los griegos ya conocían el efecto de algunas hierbas como estimulantes sexuales y hacían con ellas infusiones que llamaron aphrodisiakós. De ahí que llamemos afrodisíaco a lo que tiene la propiedad de incitar el enamoramiento y el deseo. A pesar de que la palabra griega tiene más de 2.500 años, el primer registro de afrodisíaco en nuestro idioma español data de 1.867


domingo, 1 de septiembre de 2013

Don Cangrejito

(Sandra Milena Peña)


Don Cangrejito es el rey
de un gran castillo de arena
repleto de caracoles
y adornos de berenjena.
En la torre del castillo
puso una enorme bandera,
pintada con cien mariscos
y una extraña calavera.
Una noche muy lluviosa,
el cruel viento que sopló
derrumbó todo el castillo
y sus sueños derritió.

Don Cangrejito valiente
nunca, nunca se rindió
y con calma y gallardía
su castillo levantó.

Esta vez buscó piedritas
fuertes, firmes y adecuadas,
resistentes a los vientos,
a lluvias y granizadas.

En un par de largos días
¡su castillo estaba listo!
Había hecho un gran trabajo,
¡mejor de lo que ha previsto!

Y así vivió muchos años
en aquella hermosa playa
junto al mar, el sol, el viento,
peces, olas y atarrayas.