(Mitología Americana)
Un maya que vivía en la miseria decidió vender su alma al diablo. Lo invocó y el diablo, viendo que era un hombre bueno, quiso quedarse con su alma, de modo que le ofreció siete deseos, uno para cada día, a cambio de su alma.
El primer día, el maya pidió dinero y el diablo le llenó la casa de oro y riquezas de tal modo que tendría suficiente para el resto de su vida. El segundo día, el maya pidió tener una buena salud y el diablo se lo concedió. El tercer día, el maya pidió comida y el diablo le puso una mesa llena que jamás se terminaba con los mejores manjares. El cuarto día, el maya pidió una compañera que lo amara y con la cual compartir una familia y el diablo hizo aparecer la mujer más hermosa y dulce que fue madre de sus hijos. El quinto día, el maya pidió poder y el diablo lo convirtió en rey. El sexto día, el maya pidió conocer el mundo y el diablo le ayudó a viajar hasta el último rincón llenando sus ojos de sabiduría por todo lo que había visto. El último día, el astuto maya pidió por capricho, que el diablo convirtiera los frijoles negros en blancos. El diablo se puso a lavarlos, pero los frijoles no se volvieron blancos.
Enfadado, el demonio perdió su alma porque no pudo conceder al maya el séptimo deseo, pero para vengarse, desde entonces creó otros tres tipos deliciosos de frijoles: los blancos, los amarillos y los rojos.
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