sábado, 8 de octubre de 2011

Yi, la leyenda de los diez soles




En la China más antigua y remota existían diez soles que se iban turnando para dar calor y luz a la tierra, de manera que siempre había un sol en lo alto y las cosechas crecían fértiles gracias a la abundancia de luz y de calor que nunca variaba de intensidad. Pero llegó un momento, en el que los diez soles decidieron salir todos a la vez en lugar de hacerlo de uno en uno para demostrar su poder sobre los hombres y así, con tanta luz deslumbradora y un calor abrasador, las plantas, los animales y los hombres empezaron a morir.



Yi era un joven muy aficionado al tiro con arco que destacaba por su habilidad y destreza, pues nunca fallaba una diana. Al ver lo que estaba ocurriendo, Yi salió de su casa armado con su arco y disparó nueve flechas que al instante apagaron nueve de los diez brillantes soles. El sol que quedó es el único sol que vemos ahora, el que ilumina a los hombres y les da calor sin peligro de que se queden secos, pero al no haber más soles con los que turnarse, debe descansar por la noche, que por eso es oscura.



Gracias a Yi la humanidad se salvó de morir abrasada, así que en China se le veneraba como a un dios y se decía que era el mayor héroe que había existido.


Curiosamente, la leyenda dice que en la luna vive una dama, dueña del Alcázar de la Luna, que es la esposa de Yi. Allí vive en compañía de un conejo de color jade que fabrica medicinas.


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