En el jardín del cazador apareció un lobito perdido. Era negro y con dientes afilados .Se parecía al Lobo Feroz, pero con cara de bueno. Cuando el cazador lo amenazó, él dijo, entre pucheros:
-¡Soy Roberto Noferoz y estoy perdido!
-¡Soy Roberto Noferoz y estoy perdido!
Nunca se había visto por allí a un lobito tan desorientado y mucho menos, tan manso. Al cazador le dio tanta pena que le indicó el camino hasta la casa de la abuelita y le recomendó:
-Ve por el camino largo, ahí nadie te va asustar. Y dile a la abuela que te indique cómo seguir…
Roberto se confundió y se fue por el camino corto donde unos pajaritos le dieron un susto tremendo. Cuando la abuela lo vio llegar, tomó la escoba para espantarlo. Le vio la cara de bueno y escuchó:
-¡Soy Roberto Noferoz y estoy perdido!- y casi llorando siguió el lobito- El cazador me dijo que usted me ayudaría.
Entonces la abuela se conmovió y le explicó cómo ir hasta lo de Caperucita, porque ahí su nieta lo ayudaría. Le dio unos bizcochos y le dijo que caminara por el camino más largo, porque por ahí no andaba casi nadie.
Roberto se confundió y se recorrió el camino más corto. Se le cruzaron unos ratones que casi lo desmayan del susto…El lobo llegó a lo de Caperucita…Ella temblaba de miedo… Pero le vio la cara de bueno mientras le oyó decir:
-¡Soy Roberto Noferoz y estoy perdido!
Como era tarde, lo invitó a pasar. Adentro estaba la mamá, enferma en cama. Se había pescado una gripe cuando salió sin abrigo una noche a ver si venía el Lobo Feroz.
Roberto Noferoz y Caperucita prepararon té y compartieron con la mamá los bizcochos de la abuela mientras miraban dibujitos en la TV.
A la mañana siguiente, cuando se levantaron, vino el cazador a avisar que el Lobo Feroz esperaba a su hijo en la otra punta del bosque y que le había prometido no molestar a quienes habían sido tan buenos con Roberto.
¡Muchas gracias!
ResponderEliminarMaría Alicia, me encantó y por eso quise compartirlo en mi blog. Saludos.
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