Feliz estaba Don Topo
estrenando un par de anteojos
que han sido traídos de España
por su amigo
Don Gorgojo.
Tienen un marco moderno
y espejuelos muy brillantes
doce metros por delante.
Don Topo entusiasmado,
siguió ensayando sus lentes:
“necesito hacer de prueba,
algo que sea convincente”.
Llegó a la librería
y le pidió al vendedor
letra diminuta,
difícil y sin color.
Era el libro más antiguo,
costoso y mejor guardado.
No le importaba a Don Topo,
¡con gusto lo había pagado!
Se acomodó en su poltrona
trajo el libro para ver,
más probarlo fue imposible,
porque no sabía leer.
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