Con el nombre de Patas, el Putas o Mandingas es conocido en varias regiones colombianas al diablo u otros seres que personifican desgracias, ruinas, horror y fuerzas malignas.
Cuentan los campesinos de la región, que el Patas quiere llevarse las almas de la humanidad y sólo será derrotado por las fuerzas del bien. Para lograr su cometido, el Patas utiliza todo tipo de estrategias para seducir y arrastrar a los hombres a la muerte.
El Patas es negro, horrible, con cachos y cola en punta de lanza; exhalan fuego por la boca y llevan siempre un tridente ardiente en su mano. Así lo imaginan los habitantes de los pueblos, porque al final, todos coinciden en que ninguno lo ha visto, pero evitan invocarle para no tener que encontrárselo alguna vez. Solo se atreven a mencionarlo, cuando quieren asustar a los niños, para maldecir a alguien o salir de un apuro. Expresiones como "de esta no lo salva ni el Putas" o "se lo va a llevar el Patas" son comunes dentro de las regiones de Colombia, en especial en la zona Andina.
En otros países de Latinoamérica también se conoce este personaje. En Chile hay historias sobre mineros y arrieros que fueron intimidados y atacados por Mandingas, al igual que en Argentina y otros países del sur del continente.