(María Elena Walsh)
Doña Disparate,
nariz de batata,
se olvida, se olvida
de cómo se llama.
Se olvida el rodete
detrás de la puerta,
duerme que te duerme
cuando está despierta.
Se quita el zapato,
se pone el tranvía,
bebe la botella
cuando está vacía.
No sabe, no sabe
y aprieta el botón
para que haya luna
o se apague el sol.
Oye con el diente,
habla con la oreja,
con un cucharón
barre la vereda.
–¡Señor boticario,
véndame tornillos!
¡Señor verdulero,
hágame un vestido!
”¡Guau!”, dice el felpudo.
”¡Miua”, dice la jarra.
¡Que yo soy el perro!
¡Que yo soy la gata!
Doña Disparate,
nariz de merengue,
se ”ecovica” digo,
se equivoca siempre.
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