La palabra grifo tiene numerosas acepciones. Como adjetivo, designa el pelo crespo o a la persona cuyo pelo tiene esa característica; en algunos países se dice así al individuo presumido, y en otros al que está bajo los efectos de la marihuana o el alcohol. De otra parte, un grifo es una llave de metal que permite o impide la salida de agua u otros líquidos a tavés de una tubería. Esta última acepción es la más relacionada con la mitología griega. Veamos por qué.
Los grifos eran criaturas con cabeza de águila, cuerpo de león, pico prominente, alas y garras gigantescas. Representaban la vigilancia.
El mito cuenta que Apolo fue a buscar a los Grifos, en las cercanías del país de los Hiperbóreos, para encomendarles el cuidado de sus riquezas, y regresó a Grecia volando en uno de ellos. En cumplimiento de esta labor, los Grifos debían enfrentarse frecuentemente con los Arimaspos, hombres de un solo ojo que anhelaban el oro del dios.
Los romanos utilizaron con devoción los Grifos como elemento decorativo en altares, mesas, y otras superficies. En la arquitectura de la edad media también fue común su utilización, principalmente a modo de remate para las gárgolas y en las fuentes.
Por eso llamamos grifos a las llaves que permiten o impiden el paso de líquidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario