jueves, 30 de junio de 2011
Manolito el caracol
Manolito el Caracol
sale sólo si hace sol,
pues no le gusta ni un pelo
que llueva lluvia del cielo.
-Es caracol de secano-
explica a todos su hermano.
-Sueña de noche y de día
con vivir en Almería.
Y qué hace un caracol
viviendo bajo una col,
si él lo que quiere es estar
muy cerquita de la mar.
Manolo le echa coraje,
coge todo su equipaje
y se dispone a viajar
hasta Roquetas de Mar.
¡Vaya, vaya, vaya, vaya..!,
pero que enorme es la playa.
Y olvida todas sus penas
tomando el sol en la arena.
Un día llega una ola,
arrastra una caracola...
y Manolo, de repente,
se enamora locamente.
Caracola y Caracol
son felices bajo el sol:
se pasean por la orilla
y el mar les hace cosquillas.
Caracol y Caracola
ya no están solo ni sola
y se quieren a rabiar
allá en Roquetas de Mar.
lunes, 20 de junio de 2011
Juan Sin Miedo
Érase una vez, en una pequeña aldea, un anciano padre con sus dos hijos. El mayor era trabajador y llenaba de alegría y de satisfacción el corazón de su padre, mientras el más joven sólo le daba disgustos. Un día el padre le llamó y le dijo:
- Hijo mío, sabes que no tengo mucho que dejaros a tu hermano y a ti, y sin embargo aún no has aprendido ningún oficio que te sirva para ganarte el pan. ¿Qué te gustaría aprender?
sábado, 18 de junio de 2011
La tórtola
Joven aún entre las verdes ramas
de secas pajas fabricó su nido:
la vio la noche calentar sus huevos,
la vio la aurora acariciar sus hijos.
Batió las alas y cruzó el espacio,
buscó alimento en los lejanos riscos
trajo de frutas la garganta llena
y con arrullos despertó a sus hijos.
El cazador la contempló dichosa,
y sin embargo, disparó su tiro:
ella, la pobre, en agonías de muerte
abrió las alas y cubrió a sus hijos.
Toda la noche la pasó gimiendo
su compañero en el laurel vecino:
cuando la aurora apareció en el cielo
bañó de perlas el hogar ya frío.
domingo, 12 de junio de 2011
Rapunzel
jueves, 9 de junio de 2011
La princesa y el guisante
Erase una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero tenía que ser con una princesa de verdad. Recorrió el mundo entero, y aunque en todas partes encontró princesas, siempre acababa descubriendo en ellas algo que no acababa de gustarle. De ninguna se hubiera podido asegurar con certeza que fuera una verdadera princesa; siempre aparecía algún detalle que no era como es debido. El príncipe regresó, pues, a su país, desconsolado por no haber podido encontrar una princesa verdadera.
Una noche se desencadenó una terrible tempestad: relámpagos, truenas y una lluvia torrencial. ¡Era espantoso!Alguien llamó a la puerta de palacio y el anciano rey fue a abrir. Era una princesa quien aguardaba ante la puerta. Pero, ¡Dios mío!, ¡Qué aspecto ofrecía con la lluvia y el mal tiempo! El agua chorreaba por sus cabellos y caía sobre sus ropas, le entraba por la punta de los zapatos y le salía por los talones. Y sin embargo, ¡pretendía ser una princesa verdadera!
"Bien, ya lo veremos", pensó la vieja reina, y sin decir palabra se dirigió a la alcoba, apartó toda la ropa de la cama y colocó un guisante en su fondo; puso después veinte colchones sobre él y añadió todavía otros veinte edredones de plumas de ánade. Allí dormiría la princesa aquella noche.
A la mañana siguiente, le preguntaron qué tal habia descansado.
- ¡Oh, terriblemente mal!- respondió la princesa-. Casi no he pegado ojo en toda la noche. ¡Dios sabe qué habría en esa cama! He dormido sobre algo tan duro que tengo el cuerpo lleno de cardenales. ¡Ha sido horrible!
Así se pudo comprobar que se trataba de una princesa de verdad, porque a pesar de los veinte colchones y los veinte edredones de pluma, había sentido la molestia de un guisante. Sólo una verdadera princesa podía tener la piel tan delicada. El príncipe, sabiendo ya que se trataba de una princesa de verdad, la tomó por esposa y el guisante fue trasladado al Museo del Palacio, donde todavía puede contemplarese, a no ser que alguien se lo haya llevado.
¡Como veréis, ésta sí que es una historia verdadera!
domingo, 5 de junio de 2011
Atina
sábado, 4 de junio de 2011
Dia internacional del medio ambiente
Divertido por la situación, el niño trató de atrapar uno de aquellos increíbles peces parlantes, pero al meter la mano en el agua, se volvió gris hasta el codo, y una enorme tristeza le invadió, al tiempo que comprendió enseguida la tristeza de aquellos peces: sentía lo mismo que sentía la tierra, y se sentía sucio y contaminado. Sacó la mano del agua rápidamente, y se fue corriendo de allí. Pero aquella mano siguió gris, y el niño siguió sintiéndose triste.