sábado, 12 de noviembre de 2011

El burro que crecía y crecía

(Cuento mexicano)

Cuando yo era chica, en la comunidad no se hacían fiestas, así que nos íbamos adonde sabíamos que habría un baile. Nos juntábamos varias muchachas y un grupo de morros, siempre salíamos como unos quince.
Una de esas veces en que regresábamos de una comunidad cercana, veníamos enojadas con los muchachos, porque éstos no nos esperaban, iban adelante caminando solos.
—¡Camínenle rápido o aquí las dejamos! —nos dijeron y se adelantaron.
Iban rezongando que estaban cansados y se turnaban para subirse a papuchi, uno encima de otro.
Luego de un rato, uno de los morros se encuentra un animal perdido.
—¡Miren... un burro! —les dijo.
—¡No salimos de ningún apuro! Ojalá cupiéramos todos —le contestó uno.
—Por eso no hay problema, nos iremos turnando y así todos descansaremos aunque sea poquito.

Todos querían subirse, discutían que si primero uno, luego otro...
Total que el burro se echó a caminar muy rápido.

—Ya sé —dijo uno de los muchachos— los primeros que alcancen al animal serán quienes lo monten.
Así lo hicieron, corrieron tras el burro y conforme llegaban se trepaban al animal, fueron brincando hasta que todos estuvieron trepados.
El que subió al último miró que ya iban como doce muchachos y todavía había lugar para más.

—¡Este burro está muy largo! —gritó asustado.

Los demás voltearon a verse y se encontraron montados en un burro muy largo, que crecía y crecía. Del miedo que les entró pegaron un brinco y en ese momento el burro desapareció.
Desde entonces, seguimos yendo a los bailes, pero ya no regresamos a pie, buscamos quien nos dé aventón.

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