¿y qué tiene de especial este día? Pues aparte de que ha estado un poco frío, sin mucho sol, lluvioso desde temprano, es una buena oportunidad para distraerse y leer dos fábulas de Miguel Agustín Príncipe. Son breves, pero con grandes enseñanzas:
La cicatriz.
A Don Juan, Don Diego hirió
y aunque arrepentido luego
curó al Don Juan el Don Diego,
la cicatriz le quedó:
de esto a inferir vengo yo
que nadie, si es cuerdo y sabio,
debe herir ni aun con el labio,
Pues aunque curarse pueda,
siempre al ultraje le queda
el cicatriz del agravio.
La cicatriz.
A Don Juan, Don Diego hirió
y aunque arrepentido luego

curó al Don Juan el Don Diego,
la cicatriz le quedó:
de esto a inferir vengo yo
que nadie, si es cuerdo y sabio,
debe herir ni aun con el labio,
Pues aunque curarse pueda,
siempre al ultraje le queda
el cicatriz del agravio.
El hombre y el asno.
Aunque parezca broma,
Conviniéronse un Hombre y un Borrico
En enseñarse el respectivo idioma;
Y el Burro… ¡suerte impía!
No aprendió ni un vocablo solamente
En dos años de estudio y de porfía,
Entretanto que el Hombre, en solo un día,
Aprendió a rebuznar perfectamente.
No trates con el bruto ni un minuto,
Pues no conseguirás la alta corona
De hacerle tú persona,
Y puede suceder que él te haga bruto.
QUE MARAVILLA ES EL ENCONTRAR CON TANTA FACILIDAD EN INTERNET COSAS TAN INTERESANTES COMO LAS ANNTERIORES
ResponderEliminarHermoso! me hace recordar a la abuela
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